jueves, 26 de agosto de 2010



linda linda gatita ♥
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El viento chocaba frío contra sus mejillas enrojecidas, haciendo revolotear sus cabellos y la
bufanda gris que envolvía su cuello. Su corazón palpitaba frenético, en su caja torácica,
haciendo que sus manos sudaran y temblaran por otra razón muy diferente al frío. Suspiró y apuró
el paso.
-¿Para qué? ¿Para llegar patéticamente más temprano de lo que planeamos?- se dijo a si mismo,
volviendo a caminar más lento, exageradamente lento. Tan lento que comenzó a desesperarse. –A la
mierda..siempre he sido patético- y volvió a apurase, prácticamente corriendo por la concurrida
calle de Seoul, empujando a todos los transeúntes que luego lo miraban con desprecio.

El café apareció, bastante lejos, pero a su paso llegaría demasiado rápido. Su corazón latió
más rápido y su respiración comenzó a ser difícil. – Fue una mala idea, muy mala idea-
susurró en su interior, pero aún así siguió caminando cada vez más rápido.

Ni siquiera notó cuando estuvo al frente del local, tampoco cuando entró y vio aquella cara
conocida mirándolo con nostalgia. Simplemente pasó, rápido y desagradable. Se sentó con él y no
se atrevió a saludarlo, ni tampoco a decirle todo lo que deseaba decir. – Te extraño,
Perdóname, Fui un idiota, Podemos volver a intentarlo, Te necesito, No puedo vivir sin vos…Te
amo- gritaba su corazón pero su lengua estaba congelada por el miedo a la reacción de Donghae y
sus labios quedaron sellados por la espera al rechazo.

Pidieron un café y Donghae habló de todo, con sonrisas fingidas y carcajadas plásticas. Escupió
palabras sin dejar un espacio para que Kibum gritara lo que su corazón tanto quería expulsar.
Escuchó como su ex novio hablaba, pero nunca prestó atención a lo que esté decía. –Palabras
vacías- exclamó su mente.

Y cuando llego la hora de decir adiós. Con un asqueroso beso en la mejilla, una mirada sin
intensidad y una sonrisa más falsa que toda la conversación de la tarde, Kibum se odió, porque
sabía que ese café sería el último que beberían, ese beso sería el último que se darían, esa
mirada sería la última que se dirigirían. -¡Cobarde! – gritó su corazón roto cuando Kibum
desechó la posibilidad de perseguirlo y dejó que la multitud se tragara, otra vez, a la única
razón que la vida le había dado para no rendirse. –Adiós Donghae- susurraron sus labios.
Sabiendo que sería la última vez que diría ese nombre.

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